¿Cuándo debemos ir al fisioterapeuta?

Hoy voy a hablaros de esta pregunta tan común entre los pacientes.

Introducción

Casi siempre esperamos hasta el final, y acabamos recurriendo al fisioterapeuta cuando nos ha sobrevenido un dolor agudo que nos incapacita para llevar una actividad normal en el día a día.

Fisiología

Normalmente cuando esto ocurre, es debido a un colapso de los sistemas de compensación del cuerpo. El cuerpo no es capaz de seguir gestionando las tensiones que se producen en nuestra musculatura. Se rompe el equilibrio necesario en nuestro sistema muscular para que no exista esa molestia o dolor.

Lo deseable es no tener que llegar a este punto nunca. Es cuando más alteraciones nos encontramos, más restricciones, más inflamación, menos movilidad, siendo necesario que el fisioterapeuta necesite más tiempo para conseguir el objetivo de restaurar el equilibrio perdido.

Frecuencia y razón de las visitas al fisioterapeuta

En ocasiones también va a depender la frecuencia de visitas al fisioterapeuta. Ya sea por nuestra profesión o de la actividad física que realicemos. Por ejemplo el caso de alguien que trabaje muchas horas sentado delante de un ordenador, le lleva a mantener una postura mantenida que le va a acarrear tensiones en la musculatura del cuello. Necesitará tener un mantenimiento con cierta regularidad para tener controlados los síntomas, ya que esa persona tiene que seguir realizando su trabajo. Se suman las consiguientes posturas repetitivas ( aunque se puedan mejorar ciertos aspectos posturales ). También existe el caso de una persona que practique deporte con frecuencia. Debería acudir dependiendo de sus citas deportivas, de sus picos de entrenamiento , o simplemente por descongestionar la musculatura demandada en la práctica del ejercicio. Así evitará el exceso de tensión, y minimizará riesgo de lesiones.

Nuestro cuerpo siempre se va intentar adaptar al máximo a las funciones que realizamos. Unas personas tendrán menos problemas que otras debido a su fisiología, a su capacidad de gestión del estrés, a su mejor condición física, edad, etc. Pero esta capacidad de adaptación luego oculta problemas como que aparezcan hipertonías, tendinopatias, artrosis.

Los casos más frecuentes los encontramos en cervicales, cintura escapular (hombro) lumbares, caderas y rodillas.

La recomendación que desde aquí os trasladamos es que es mejor atajar el problema antes de que el dolor sobrevenga. Realizar un seguimiento de la patología con el fin de minimizar las fases agudas si estas ya existen. Con ello también estaremos realizando un trabajo de prevención en las articulaciones propensas a lesionarse.

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